Corría el año 1940. Hitler y sus fuerzas, en su guerra relámpago de terror, avanzaban sin encontrar obstáculos por las tierras bajas de Europa. Los pacíficos habitantes de Holanda cayeron bajo la férula nazi. Y de inmediato entraron en circulación los billetes de la invasión.
Entonces se advirtió algo curioso. La fecha de impresión de esos billetes era ¡1935! ¡Cinco años antes que Hitler tomara el país, sin que nadie sospechara sus planes, sus prensas estaban imprimiendo esos billetes!
¡Planes hechos con premeditación y alevosía!
Te invito ahora a rastrear conmigo un camino tortuoso de intriga que comienza con una guerra en otro mundo, y con el uso de la más sutil infiltración, de la propaganda más inteligente y más astuta, y de los planes más sagaces que este planeta haya conocido jamás, hechos por un general rebelde.
Observa la subversión de un mundo.
Tomemos la historia de una hermosa mujer que se halla fascinada junto a un árbol interesante. Resuenan en sus oídos las palabras del Dios del cielo: "Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Génesis 2: 17).
Repentinamente una bella serpiente que descansa en el árbol, comienza a hablar. Con un tono de inocencia pregunta: "¿Con que Dios os ha dicho: No comais de todo árbol del huerto?" (Génesis 3: 1).
Y la mujer contesta: "Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis" (Génesis 3: 2, 3).
Ahora observa. "Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis" (vers. 4). Y continúa: "sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (vers. 5).
He aquí la doble línea de propaganda que ha repercutido en nuestros oídos a través de los siglos.
"No moriréis". Y "seréis como Dios". Esto nunca ha cambiado. Nos encontramos con esto repetidamente.
¿Quién es el agente secreto de la rebelión que habla a través de la serpiente? Jesús dice que cayó del cielo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo" (Lucas 10:18).
Juan en el Apocalipsis da más detalles: "Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12: 7-9).
¿Estamos tratando con un monstruo de dos cuernos, de tez roja y con una horquilla en la mano? No. Tal caricatura, traída desde la Edad Media, ha hecho que más de un hombre rechazara completamente y con disgusto la idea entera de una personalidad malvada.
Antes bien, estamos tratando con un ser inteligente que estuvo una vez en el cielo, y que cayó de allí.
Isaías lo nombra:
"¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo" (Isaías 14: 12-14).
¡Qué revelación! Lucifer, el hijo de la mañana, uno de los intelectos más brillantes de todo el universo: és és Satanás. Éste es el diablo. Éste es la fuente de mal, de todos los problemas.
Ezquiel lo describe de esta suerte:
"En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad" (Ezequiel 28: 13-15).